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Sunday, August 12, 2007

* EL ARTE : FACTOR DETERMINANTE EN EL PROCESSO EDUCATIVO *


*EDUCACIÓN POR EL ARTE * SANDRA WAIHRICH TATIT


Bertha Lorena Vera Verján

Esta investigación es una aportación teórico metodológica con la finalidad de proporcionar conocimientos y experiencias propias del arte interpretativo, creativo y expresivo en el niño de edad escolar y está dirigido a aquellos maestros interesados en impartir la educación artística, y al mismo tiempo, a profesores que imparten la materia que no poseen el conocimiento de la importancia que ésta tiene en el desarrollo cognoscitivo, socioafectivo y psicomotriz del educando. Este estudio explica los procesos que subyacen en el desarrollo creativo, sensitivo e intelectual del escolar, así como las conductas que se producen en la práctica artística, y se fundamenta en aspectos psicológicos, pedagógicos y estéticos.
El arte es de vital importancia en la educación ya que es generador del desarrollo de la expresión creativa natural que todo ser trae consigo, y estimula tanto las cualidades como los valores sociales, morales y la autoestima. Además, tiene la finalidad de introducir al educador y al educando en la ardua y fascinante tarea de la creatividad, la sensibilidad, la apreciación artística y la expresión, factores que contribuyen al espíritu creativo y social de todo individuo.
El hombre es por naturaleza un ser que necesita comunicarse y expresarse para relacionarse con los demás. Es un ser único, con una capacidad de autenticidad en su expresión individual y con un lenguaje que lo diferencia del mundo animal. Precisamente por este lenguaje el hombre puede expresarse y crear sus propios símbolos. El individuo ha creado una simbología a través del tiempo; ésta se va transformando de acuerdo con su evolución intelectual, social y cultural. El hombre crea diferentes lenguajes y expresa sentimientos ya sea por medios orales, escritos, corporales, musicales o gráfico pictóricos. Al ir desarrollando su lenguaje el hombre está contribuyendo a su desarrollo intelectual, creativo y sensitivo. "En la primera infancia, los niños construyen un repertorio de sensaciones, rutinas y expectativas. A partir de sus experiencias, confieren un sentido práctico a sus mundos físico y social. Basándose en esta experiencia, entre los dos y los seis años, los niños normales recorren el enorme camino que los transforma de animales exploradores en seres humanos usuarios de símbolos" (D. J. Hargreaves, 1991:44-47).
Trasladando estos fundamentos a la expresión y creatividad en el arte, tendremos a consideración el desarrollo evolutivo en el educando que le permita "manifestarse artísticamente en el campo escolar y por ende socialmente". De acuerdo con sus etapas de desarrollo el dominio de la actividad artística va persistiendo de forma creativa e interpretativa. Para que llegue a su cauce se necesita de la estimulación del ambiente escolar y de la sociedad misma.
El niño, desde el momento de su nacimiento, busca el conocimiento del mundo por medio de la percepción, ya sea visual, táctil o auditiva, y posteriormente llega a una etapa de conocimiento interpretativo e imitativo. En la medida que va creciendo, busca la forma de comunicación y expresión en relación con los demás; para esto, toma los elementos que considera importantes para su entendimiento, comienza a utilizarlos artísticamente y a proyectar situaciones vivenciales, que expresan sus relaciones con lo social, lo familiar y lo escolar.
Es aquí donde el niño (de acuerdo con su etapa de desarrollo) comienza a manejar la simbología (su simbología), su interpretación del mundo de acuerdo con su edad. La creatividad y la imaginación van de la mano con estos dos elementos; crea sus fantasías transformándolas en elementos artísticos según la manifestación simbólica que van adquiriendo; es así como va creciendo dentro de ese proceso de creación artística; su intelectualidad debe ir a la par con su imaginación para ir creando su autenticidad expresiva. "El simbolismo o lenguaje intelectualizado presupone, por lo tanto, el lenguaje imaginativo o lenguaje propiamente dicho. Debe haber, en consecuencia, una relación correspondiente entre las teorías sobre los dos" (Collingwood, 1993:213-214).
Artísticamente el niño va fortaleciendo su conocimiento. Cuando ingresa a la escuela primaria recibe un condicionamiento que va limitando su forma de expresión, esto es, cuando el niño no recibe de manera integral la educación. Aquí comienza el problema, cuando no se le promueven las habilidades y las destrezas, cuando la educación se convierte en teoría y se pierde la practicidad y se aplica un aprendizaje conductivo y no inductivo. Todo esto constituye un rompimiento en el desarrollo que vuelve al niño más retraído y menos expresivo.
El respeto de la individualidad y expresividad del educando es muy importante, ya que esto proporciona al niño el equilibrio para que su aprendizaje sea más significativo. Artísticamente, el niño cumple una función evolutiva que le va ha permitir el desarrollo creativo y colectivo, así como cierta estabilidad emocional. Si el maestro no respeta al niño en su expresión, éste está contribuyendo a crear un problema en el educando que imposibilita su formación integral, con la consecuente subestimación y confusión del valor que esto representa. A esto agregamos que los maestros, al romper la necesidad real de expresión de sus alumnos, comienzan a tomar modelos dados para que el niño reproduzca formas, representaciones e imitación de vivencias u objetos que no le corresponden. Pedagógicamente, el maestro no está logrando su función social, ni el niño se está formando como un ser creativo y con la capacidad para resolver los problemas con los que se enfrenta.
Si el niño no está en contacto con la enseñanza artística como un objetivo necesario para su desarrollo psicomotor, sensitivo e intelectual en la primaria, esto ocasiona que al iniciar el nivel secundario tenga dificultades tanto del manejo psicomotor de las habilidades físicas, como en el desarrollo de su pensamiento. Se vuelve un reproductor de esquemas, sin propuestas ni iniciativas, ya que el entusiasmo que desprendía del hecho de ser niño en el campo del conocimiento del mundo se transformó en desinterés del saber porque ha perdido el elemento más importante: la creatividad.
"Aquello que enriquece al niño en su capacidad creativa no es la obra creadora sino su proceso creador, es decir, ese suceder continuo de decisiones de toma de postura ante un diálogo abierto con aquello que se está creando. Esto es lo que le afianza en su personalidad. ¿Y no es acaso esto la base de partida de toda educación? Lo que no queda plasmado en el papel, aquello que no se puede elogiar como obra maestra, puesto que no se ve ni se oye, es importante porque ha quedado plasmado en lo más profundo del ser y es el alimento de sus raíces que ha sido engendrado durante el proceso creativo" (Bisquert, 1977:93).
La danza, la música, el teatro y las artes plásticas en la educación establecen una serie de condiciones importantes que ayudan a la integridad en el desarrollo del alumno, tales como la psicomotricidad, la expresión y la simbología; la imaginación y la creatividad, el sentido estético, la apreciación artística, la sensibilidad, la percepción y el conocimiento. Si estos elementos integradores de la educación artística no se establecen en el campo educativo, la formación del niño no se realizará dentro de un sentido pleno y difícilmente habrá una relación armónica entre el individuo y el mundo exterior.
Mi experiencia como maestra de educación artística me permite plantear uno de los principales problemas en relación con las actividades artísticas: el cumplimiento de estas actividades se orienta hacia la realización de actividades festivas o conmemorativas y no como un proceso integrador de las diferentes etapas de desarrollo. Esto va en relación con lo que señalan diversos autores: "Paradójicamente hay también un acuerdo general en que hoy día, esta educación no se lleva a cabo de la forma adecuada: la educación artística aparece en segundo plano respecto a otras áreas del currículum como matemáticas lectura o ciencias" (Hargreaves, 1991:11). "A menudo, las artes se consideran como adornos, o como actividades extracurriculares; y, a la hora de efectuar recortes presupuestarios, entre los primeros que los padecen se encuentran los cursos o profesores de educación artística" (Gardner y Grunbaum, 1986:1).
En los campos educativos fundamentalmente existe la ausencia del trabajo creativo y expresivo, por el hecho de que en la educación no se imparten las actividades artísticas. Esta situación tiene su base en el hecho de que existen pocos maestros especializados en el área y pocas escuelas dedicadas al arte; esto ocasiona una falta de promoción de las actividades creativas e intelectuales, un desequilibrio emocional y corporal, y una cadena de inseguridades en el educando, así como la desvalorización individual, ocasionada por el desinterés tanto de padres de familia como de educadores mismos, esto es; por el desconocimiento de lo que es y significa el arte en la educación. Otra problemática surge cuando el maestro, aparte de su desconocimiento en el área, no lleva una metodología adecuada con una pedagogía creativa y comienza a utilizar elementos equivocados en las actividades, esto es, cuando recurre a:
• La repetición de estereotipos.
• El condicionamiento reforzado por la reproducción de modelos ya establecidos (la copia).
• La utilización de dinámicas puramente individuales y no colectivas.
• La realización de actividades que no apoyan la formación del alumno, partiendo de su etapa de desarrollo.
• La falta de estimulación en el desarrollo motor, creador e intelectual.
• La falta de respeto de la simbología del niño.
• La no realización de una decodificación pedagógica (interpretación del trabajo creativo del niño).
• El manejo de las actividades artísticas de forma eventual y no como continuidad del proceso educativo.
Estas actividades y formas pedagógicas poco elaboradas y analizadas por el maestro, ocasionan en el niño:
• Desvalorización individual.
• Imposibilitan su formación integral.
• Confusiones en su personalidad.
• Desequilibrio emocional.
• Falta de capacidad para ser productivo y no reproductivo.
En este contexto, la educación artística, "el arte, es utilizado nada más que como un medio y no como un fin en sí mismo". El propósito de la educación por el arte es usar el proceso de creación para conseguir que los individuos sean cada vez más creadores no importando en qué campo se aplique esa capacidad.
La introducción de la educación artística en los primeros años de la infancia podría muy bien ser la causa de las diferencias visibles entre un hombre con capacidad creadora propia y otro que, a pesar de cuanto haya sido capaz de aprender, no sepa aplicar sus conocimientos, carezca de recursos o iniciativa propia y tenga dificultades en sus relaciones con el medio en que actúa. Puesto que percibir, pensar y sentir se hallan igualmente representados en todo proceso creador, la actividad artística podría muy bien ser el elemento necesario de equilibrio que actúe sobre el intelecto y las emociones infantiles" (Lowenfeld, 1961:2-5).
Esto se fundamenta en el proceso de desarrollo del niño y el pre-adolescente en su evolución psicofisiológica; necesita de un apoyo que corresponde a los maestros y a los padres, para que la integración de este proceso se dé en forma más natural y ayude al alumno a aceptarse como un ser integral, capaz de adaptarse a las diferentes circunstancias vitales y sentirse dentro del medio social; donde va a colaborar con una visión creadora y participativa. Si los maestros no participamos en el apoyo de los alumnos, dándoles los elementos básicos necesarios; los alumnos se verán por consecuencia en situaciones sumamente inapropiadas y deprimentes. A esto agregamos que la carencia de actividades de expresión artística en el niño y el pre-adolescente trae como consecuencia un retraso en el desarrollo evolutivo en los aspectos cognoscitivo, socioafectivo y psicomotriz, así como un desequilibrio en el proceso de aprendizaje tanto intelectual como emocional. Si al niño se le impartiera el arte pedagógicamente como un proceso creativo evolutivo para su desarrollo intelectual, espiritual y social, respetando cada etapa que transcurre en su educación, se lograría incrementar su posibilidad creativo productiva a la vida sociocultural; además, el niño aplicaría proyectos significativos dentro del arte y la cultura para su transformación individual y colectiva. Los niños que no desarrollan un proceso creativo en la escuela actúan con niveles atrasados hasta de seis años o más, por esto, es necesario motivar al niño a que cumpla al ritmo correspondiente su evolución expresiva.
¿Por qué fomentar el arte en la escuela?
El arte en la educación es un factor determinante en el proceso del desarrollo evolutivo, sensitivo e intelectual del alumno, constituye un medio para comunicarse y expresarse en pensamientos y sentimientos. Cuando se imparte en el aula, se comienza a trabajar con la creatividad, la expresión y el desarrollo de la apreciación estética; elementos que logran integrar la personalidad del alumno, y que, en sí mismos, pueden llegar a ser terapéuticos, ayudar a liberar tensiones y a proponer soluciones creativas en la vida cotidiana. Su objetivo fundamental es lograr el proceso creativo en la educación; esto resultaría de forma más objetiva si este proceso llevase un planeamiento teórico práctico en los doce años de educación básica media; su importancia reside en la maduración de la personalidad del educando y considera un equilibrio en cuanto a pensamiento/cuerpo, razonamiento/sensibilidad.
Hemos podido constatar que el proceso creador proporciona al que lo realiza gran satisfacción personal, una satisfacción equilibrante que armoniza al individuo consigo mismo, estableciendo las bases necesarias para su maduración e integración social. Asimismo, la persona que experimenta un proceso de creación, desarrolla hábitos y pautas creativas que luego extenderá a otros contextos y situaciones.
La creación artística, el conocimiento e interpretación de la imagen o la apreciación estética, son palabras —conceptos— con las que intentamos referirnos a ese gran mundo de las creaciones plásticas.
En la mayoría de los casos, las ideas no son muy claras. Nuestra educación, que ha tomado mucho de los lados más deshumanizados de lo científico y lo técnico, y ha hecho un falso culto de lo racional, consigue que el ámbito del arte nos parezca algo mágico, irracional e inapreciable, imposible de organizar metodológicamente y, por tanto, no evaluable.
Solamente algunas personas muy dotadas —pensamos— pueden acceder o aproximarse a ese mundo: los artistas. Y rápidamente los clasificamos como un grupo especial, distinto y raro, fuera de la norma, con los cuales poco o nada podemos tener en común.
Precisamente es la idea contraria la que nosotros, educadores de arte, apoyamos. La educación artística entendida de esta manera se integra en un concepto de educación más amplio, que nos llevará a un desarrollo total del individuo, al que "sólo le ha sido otorgada una única oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones, con dolor y temor, con el anhelo de amar y el miedo a la nada y a la separación" (Fromm, 1970).
Importancia de la función sensomotora
Se le llama periodo "sensoriomotor" al nivel que presenta el niño que todavía no muestra pensamiento ni afectividad que le permitan representar a los objetos o personas que rodean su ambiente, aquí el niño todavía no ha retenido una simbología. El periodo sensoriomotor tiene un desarrollo muy rápido y evoluciona durante los primeros dieciocho meses, por lo que tiene mucha importancia, ya que le permite al niño elaborar los elementos cognoscitivos que le servirán para el desarrollo de la percepción, la inteligencia y la afectividad. Cuando el niño desarrolla su motricidad está contribuyendo a la formación de la inteligencia. Después de los dieciocho meses, cuando el niño se enfrenta con la realidad externa/interna en que vive, trata de afianzarla y la expresa mediante el lenguaje, ya sea corporal, musical, gráfico o verbal, y así logra organizar, clasificar, ordenar, etcétera sus experiencias vivenciales.
La imaginación y la creatividad, factores determinantes en el proceso educativo
La imaginación nace a partir de las imágenes que va percibiendo el alumno; el niño elabora también imágenes que sueña y anhela; su fantasía está dentro de lo que él conoce, su realidad interna le permite la imaginación. La afectividad es uno de los factores que intervienen en el desarrollo de la imaginación, así como la percepción; el niño o joven puede imaginar cosas inexistentes, pero sólo al imaginarlas y plasmarlas a través del arte se convierten en existentes. La asociación de pensamiento e imagen permite el desarrollo cognoscitivo con el que se asimila la realidad externa del alumno, desde el punto de vista neurológico las imágenes se manifiestan en la mente cuando surge el movimiento de las ondas corticales o musculares, esto es, a partir de la percepción surge el movimiento y aparece la imagen mental.
Desde el punto de vista genético no existe posibilidad de sostener la imagen desde el nacimiento y no se observa manifestación alguna durante el periodo sensoriomotor, la retención de la imagen se inicia únicamente con la aparición de la función simbólica. Por esto la aparición de la imagen resulta tardía. La imitación interiorizada proporciona una copia de lo que el niño percibe por medio de sus sentidos. Las imágenes permiten que el alumno desarrolle el pensamiento y se auxilie de su simbología y exprese a partir del lenguaje que va adquiriendo su propia forma de expresión artística.
La creatividad no es la copia fiel de un objeto determinado o de una realidad; para ello existe la fotografía, que resuelve en instantes este problema; la creatividad consiste en el desarrollo de la imaginación y el sentimiento, que nos permite representar la realidad por medio de una particular interpretación de elementos, líneas, masas, tonos, colores, movimientos, formas, espacialidad, musicalidad, coordinación, etcétera; no es la simple observación y reproducción de algo externo. Cada individuo reacciona ante las imágenes reales en forma diferente, según su carácter, sensibilidad, formación, experiencia ante los hechos más significativos de su vida, lo que le permite desarrollar una expresión personal que da lugar a imágenes muy emotivas. Por esto al lenguaje artístico no solamente se le considera como un difícil pero maravilloso oficio, sino, principalmente, como un medio de conocimiento que desarrolla nuestra capacidad creativa y conceptual.
El sentido estético, aspecto necesario en el desarrollo artístico que permite integrar en el educando un estilo propio de expresión
La belleza induce al hombre a la interiorización espiritual, a la forma y el pensamiento; logra en él, el desarrollo de la sensibilidad, la flexibilidad mental para llegar al conocimiento y el trato directo de la materia.
Muchos de nosotros separamos el sentimiento del pensamiento y es necesario que estos dos se equilibren para lograr la concepción integral de la sensibilidad a la belleza. El desarrollo de la sensibilidad hace la apreciación estética; el hombre debe aprender a despertar su sentido perceptivo para que pueda reconocer el sentido estético.
A través del arte el hombre ha logrado desarrollar su actitud estética con respecto al mundo, ya que por el medio artístico es capaz de expresar y reflejar los valores, y, al mismo tiempo, la actitud subjetiva del artista (recordemos que el proceso creador trae como consecuencia la obra, ya sea a nivel educativo artístico o a nivel artístico profesional).
La estética está ligada a las formas sociales y a la conciencia del hombre de su entorno, así como la creatividad en el arte, que viene siendo el método artístico, el estilo y la dirección, ayudan al hombre a encontrar una orientación útil, humanista, que encuentra una razón en la existencia de los diferentes fenómenos de la vida, a elaborar un ideal estético avanzado de acuerdo con la vida social.
Cuando el niño maneja la creación estética está desarrollando su capacidad en diferentes niveles de potencialidad en el aspecto creativo e imaginativo; estamos convencidos los maestros que manejamos la educación artística de que son cualidades innatas y no podemos caer en el error de pensar que la educación no interviene en el proceso creador si no se estimula al educando en dirección a esto; caemos en el peligro de que vaya perdiendo su capacidad expresiva y creativa. El aspecto pedagógico didáctico en la educación artística es muy importante, ya que actúa de manera favorable en el desarrollo del niño, de su sentido estético y crea la capacidad de aceptación o no aceptación para determinar, puesto que los cánones de belleza van cambiando de acuerdo con el tiempo y la época, al igual que todas las culturas. El objetivo de la estética en la educación es proporcionar al educando elementos que propicien la transición incondicional de actitudes ante la sociedad que no se sujeten a la pasividad o a cuestiones ya establecidas, sino que intervengan en el alumno como un abanico de posibilidades con características divergentes ante las expectativas vivenciales en su entorno social y cultural.
El arte en la educación crea individuos con actitud abierta y progresiva, capaces de pensar por sí solos, con espíritu de crítica y capacidad de romper lineamientos ya estructurados; es importante intervenir con una pedagogía creativa, que dé soluciones y expectativas, estimulando con el desarrollo estético y eliminando conceptualizaciones cerradas de belleza absoluta que imponen cánones que definitivamente obstaculizan el pensamiento creativo.
Percepción e inteligencia; un equilibrio en el aspecto artístico.
La percepción se produce a través de las sensaciones recibidas por los receptores del cuerpo, mediante los sentidos y por órdenes motoras permite la actividad de la función sensomotora; los estímulos son los que producen la actividad de reacción a partir de sensaciones recibidas por objetos externos. Al percibir, el alumno está interpretando de forma significativa las sensaciones que le producen los objetos externos, logrando así un conocimiento de éstos.
Los procesos psicológicos que intervienen en la educación, tales como la memoria, el aprendizaje, la creatividad, la imaginación, son funciones de las capacidades perceptuales del organismo. Con el desarrollo motor del educando se está dando la base de la maduración del sistema nervioso que permite el desarrollo de la capacidad perceptiva. Estas capacidades son las que el educador debe orientar para que el alumno logre el desarrollo integral y pueda con esto apreciar los valores artísticos y culturales. A partir del desarrollo sensorial el educando adquiere las imágenes que le permiten activar su función motora, lo que lo llevará a la evolución intelectual; dentro de esta actividad se va adquiriendo una sensibilidad cada vez más fina de tipo sensomotor gratificante en la relación sujeto objeto.
Las funciones elementales como la percepción, la motricidad, la sensibilidad y la imaginación, entre otras, hacen que surjan los primeros movimientos de la inteligencia. Otras funciones operativas como la lógica evocan los estados de equilibrio en el pensamiento. Por consecuencia partimos de la naturaleza biológica y lógica de la inteligencia.
El hombre actúa cuando experimenta una necesidad orgánica que lo lleva al desequilibrio, pero si logra readaptarse a la acción y al pensamiento y los unifica, está logrando el equilibrio, pues está intercambiando el mundo exterior con su mundo interior. Estas situaciones logran la organización mental de la inteligencia.
Las conductas suponen dos elementos que logran el equilibrio, el afectivo y el cognoscitivo. La vida afectiva y la vida cognoscitiva son, en cierta forma, inseparables, aun por sus distinciones: lo son, por el intercambio que sucede a una acción con otra y lograron esto con la estructuración y valorización mediante la experimentación del razonamiento junto con el sentimiento.
Un acto de inteligencia supone la regularización energética interna y otra externa: la regularización interna se vale del interés, el esfuerzo, la facilidad, etcétera, y la externa, de la valorización de las soluciones buscadas y de los propios objetos.
Para estructurar la inteligencia es necesario lograr una forma de equilibrio a través de la percepción, el hábito y los mecanismos sensoriomotores elementales. Debe considerarse que el equilibrio implica una evolución que lo lleve a ser más estable y más amplio, para lograr la organización de las estructuras cognoscitivas. La inteligencia constituye el equilibrio con el que el niño logra la adaptación por medio del aspecto sensoriomotor y cognoscitivo, así como la asimilación de las acciones y respuestas a su mundo exterior, logrando acomodarlos a su organismo y su medio social.
A modo de conclusión
Tanto el alumno como el profesor son elementos de la sociedad en la que se integran. En gran parte a través de determinadas formas de comunicación artística, esta relación se maneja en un mundo de imágenes, por lo que resultan necesarios los conocimientos básicos, así como su uso mediante el proceso creativo, interviniendo en la maduración personal, contribuyendo a una mejor formación humana y un desarrollo cultural que le permita la integración y el desenvolvimiento plenos en el ámbito social. Este tipo de enseñanza consigue el equilibrio total de elementos y el desarrollo de la capacidad de análisis y de síntesis, así como la divergencia del pensamiento, de ahí su importancia como función armonizadora de la personalidad humana.
Lógicamente estas bases o fundamentos tienen que traducirse a unas líneas de practicidad donde se articule una mezcla de teoría y experimentación; es conveniente que esta forma de aprendizaje se realice desde la experiencia personal. Como afirma Torrente Ballester: "El arte no se entiende: se vive". Esto es tan cierto, que cabría decir que la enseñanza artística, más que un cúmulo de conocimientos, es un estilo, una manera de enfocar nuestra actitud hacia las cosas, hacia el entorno; una especie de predisposición especial para captar la belleza y la armonía y a su vez producirla. "El arte se encuentra verdaderamente en la naturaleza y lo posee quien de ella puede extraerlo", nos dice Durero. Y, en realidad, ¿qué somos los hombres sino naturaleza?
La creación artística constituye un extenso camino por los confines educativos, un camino difícil y apasionante a su vez, tanto para el maestro como para el alumno. Para el logro de esta actividad artística como un proceso creativo evolutivo, es necesario añadir que el conocimiento es la base de su construcción y debe contener los aspectos psicológicos, pedagógicos, sociológicos, culturales y artísticos para que este proceso cumpla su función de manera integral.
Tomemos en cuenta que el avance del educando se irá dando según la capacitación que tengamos como maestros; es preciso despojarnos de ideas arcaicas que suponen que el niño sacará de una manera espontánea todas sus habilidades, destrezas y creatividad; el alumno se desarrollará de forma espontánea y sincera pero siempre y cuando el maestro lo estimule, dándole los elementos prácticos de la expresión artística, para que él se desenvuelva en ese campo.
Para concluir es necesario recordar a todos los maestros, preocupados por la educación artística, que un programa representa una guía de estudio, que no necesariamente se tiene que manejar paso a paso como receta, sino que tiene que tener una flexibilidad que permita adecuarse a las necesidades del grupo escuela, en el ámbito sociocultural. Además, es necesario hacer la reflexión de que un profesor de educación artística requiere conocimientos generales, que le permitan estar constantemente actualizado, ya sea en esta área, así como en otras que estén ligadas directamente con la educación artística y la cultura.
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